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No te dejes intimidar

Del número de abril de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En La Escuela tenía la reputación de ser callada y tímida. La escuela secundaria a la que concurría era más grande que la escuela primaria, y a veces me infundía temor. Parecía haber todo tipo de pandillas o grupos que siempre andaban juntos. Los miembros de cada grupo se vestían y actuaban igual, de forma que se diferenciaba un grupo de otro.

Parecía que algunos grupos siempre estaban buscando a alguien a quien molestar. Se burlaban de una si no les gustaba el cabello o la ropa, o si veían que uno era demasiado gordo, demasiado alto, o muy estudioso.

En la clase de ciencias teníamos asientos asignados, y a mí me tocó sentarme delante de Caty, que era la líder de uno de esos grupos. Por lo general trataba de evitarla. Parecía que siempre estaba buscando pelea. Al poco tiempo, ella y sus amigas se habían aburrido de la clase de ciencias. Empezaron a ponerme pelotitas de papel en el pelo y se reían.

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